martes, 2 de marzo de 2010

Montemayor, Teresa y Alberta

Detrás de la Noticia/Ricardo Rocha
Me asedian sentimientos encontrados por la muerte de Carlos. De un lado, una tristeza profunda y un sentimiento de pérdida por el vacío que nos deja. Del otro, la alegría de su herencia magnífica y la suerte de haberlo conocido con todo y el privilegio de su amistad.
En el plano de su sapiencia no hubo campo del saber humano que no haya explorado y caminado dejando huellas claras e imborrables: la novela, el ensayo, la investigación histórica, la música, el canto y sobre todo la creación poética que aparece como una constante en todo el resto de su obra; si no, que lo digan títulos tan sugerentes como Las armas del alba, Guerra en el paraíso y La Tormenta y otras historias.
En el plano de las querencias, Montemayor supo ser chihuahuense indagando lo mismo en capítulos clave como el asalto al cuartel de Madera o en la entraña colectiva de la sierra Tarahumara “… pueblo de estrellas y barrancas”. Su interés por la patria grande se extendió a todo el territorio étnico con obras como el Diccionario del náhuatl en el español de México o Letras Mayas Contemporáneas de la Península de Yucatán; además de talleres y múltiples esfuerzos por preservar nuestra identidad ancestral. Pero amó también manifestaciones universales tan diversas como el aprendizaje y luego la traducción de grandes obras italianas, francesas, inglesas, hebreas, griegas y latinas clásicas y contemporáneas.
Su erudición fue cuasi legendaria: que si se sabía de memoria óperas completas de pe a pa, que si hablaba perfecto en diez o doce lenguas distintas, o que si leía no sé cuántos libros por semana. Indiscutibles, eso sí, su sentido del humor y su ingenio para alargar las noches en casa de Sebastián y Gabriela.
Pero lo que le da el gran sello distintivo respecto a los intelectuales de su tiempo es que aun desde las alturas del conocimiento y del reconocimiento jamás se olvidó de los de abajo. Fue un pacifista, pero tuvo una comprensión generosa e inteligente hacia quienes optaron por la vía de las armas luego de padecer injusticias y represiones sistemáticas. El título de su libro póstumo lo dice todo: La violencia de Estado en México.
Por ello, creo que el mejor homenaje que podemos hacerle a Carlos Montemayor es perseverar en sus buenas causas. Como la libertad de Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan, mexicanas indígenas condenadas a 21 años de cárcel por el increíble secuestro de seis agentes armados de la AFI. Todo por la persistencia acusatoria perruna de este gobierno federal a través de la Procuraduría General de la República.
Gracias, Carlos, por seguirnos inspirando.

Montemayor en la mediación

Plaza Pública/Miguel Ángel Granados Chapa
Anteayer en la mañana Abraham González Uyeda telefoneó desde Guadalajara, donde ahora es diputado local, en busca de noticias sobre la salud de Carlos Montemayor, y supo entonces que el escritor había muerto. Por la noche, en el sepelio en la Academia Mexicana de la Lengua, entre los afligidos dolientes se encontraban Nadin Reyes y su hermano, hijos de Edmundo Reyes Amaya, desaparecido junto con Alberto Cruz Sánchez en mayo de 2007 y cuya presentación con vida era el objeto de la Comisión mediadora solicitada por el Ejército Popular Revolucionario, de la que Montemayor fue integrante y vocero. Si bien la interlocución de ese grupo de mediación y la Secretaría de Gobernación no produjo ningún resultado conducente al logro de su objetivo, la coincidencia de que el ex subsecretario con quien se comunicaron inicialmente los mediadores y la hija de una de las víctimas se manifestaran en torno a Carlos Montemayor, da cuenta de la sensibilidad humana con que actuó durante casi dos años el autor de La violencia de Estado en México, su libro postrero, que ya no vio circular.El EPR, que inicialmente reaccionó con violencia ante la desaparición de sus militantes, e hizo estallar ductos de Pemex, cuyo daño generó pérdidas materiales muy graves pero, deliberadamente ninguna víctima, mudó su estrategia y en abril de 2008 solicitó explícitamente a cuatro personas, y a quienes designara el Frente nacional contra la represión, que mediaran ante el gobierno federal para lograr la aparición de los desaparecidos mencionados y comprometió una tregua al respecto. Durante un año la Comisión mantuvo contactos con la Secretaría de Gobernación hasta que la falta de voluntad en esa dependencia hizo que la Comed se disolviera, en abril pasado. Sus miembros, sin embargo, se mantuvieron en extremo interesados en el tema y ello los condujo a reconstituir y ampliar la Comisión, cuyo balance fue sumariamente presentado así por Montemayor en su libro mencionado, escrito a fines de junio pasado: "Para la Comisión de mediación, la solución positiva del conflicto que originó la desaparición forzada de ambos militantes eperristas hubiera sido un avance legal y político de gran relevancia en México. Pero la displicencia y el desdén del gobierno federal a los documentos de la Comed fue clara: de los 12 meses de labores de la Comisión, 11 meses aguardó en vano respuesta o análisis de los documentos del 13 de junio nueve meses esperó en vano respuesta a los documentos entregados el 14 de agosto y nueve meses aguardó en vano la ampliación de la interlocución con otras instancias del gobierno federal que no fueran la secretaría de Gobernación, particularmente la Sedena. El 21 de abril de 2009 la Comed decidió poner fin a sus labores".Sus miembros, empero, no se dispersaron y por ello recibieron con interés la solicitud de los familiares de los desaparecidos de reconstituirse. Tuvieron en cuenta para llegar a un acuerdo positivo un comunicado del EPR del 16 de diciembre de 2009 y uno de Gobernación del 6 de enero siguiente. El 11 de enero resolvieron integrarse de nuevo, pero como lo dijo el propio Montemayor, "diferenciamos la existencia de la Comed, por un lado, y la existencia (o inexistencia) de una mesa de diálogo que no (fuera) solamente declarativa".Había razones para el escepticismo de los mediadores. Al comenzar este año, por casualidad supieron de la respuesta de la Sedena a una solicitud de información sobre los documentos de la Comed de las fechas anotadas, y sus respuestas. "... la firmó el general de brigada, diplomado de estado mayor Luis Arturo Oliver Cen, con fecha 30 de abril de 2009 y número de folio 34307. Dice así: 'En este contexto y de conformidad con los artículos 46 de la Ley federal de transparencia y acceso a la información pública gubernamental y 70 de su reglamento, se hace de su conocimiento que después de haber efectuado una búsqueda exhaustiva en el Estado mayor de la Defensa nacional, no se localizó la información solicitada, razón por la cual se confirma su inexistencia'."Para la Comed...la afirmación del general Oliver Cen sobre la inexistencia de nuestro documento es inadecuada. Por un acuerdo sostenido con la secretaría de Gobernación expresado en documentos del 24 de noviembre y primero de diciembre de 2008, aceptamos que esa dependencia fuera el canal que transmitiera nuestros planteamiento a otras instituciones del gobierno federal, particularmente la Sedena...Entregamos las nueve preguntas mencionadas en un documento de cinco cuartillas a la secretaría de Gobernación el 24 de febrero de 2009 y el 8 de abril volvimos a enviarlas al subsecretario Jerónimo Gutiérrez...porque se le habían extraviado."La respuesta del general Oliver Cen es concluyente: no recibió nuestro documento. O sea, la secretaría de Gobernación incumplió el acuerdo establecido con la Comed, de transcribir nuestras preguntas a la Sedena, un ejemplo cabal de la poca disposición de avanzar en el diálogo de la mediación" (La Jornada, 14 de enero de 2010).Como efecto de ese artículo Carlos Montemayor y autoridades militares entraron en comunicación telefónica sin que ella implicara avance sustantivo alguno. Eso ocurrió en la segunda quincena de enero, cuando el vocero de la Comed enfrentaba ya el mal que le produjo la muerte. Todavía pudo participar, sin embargo, en la preparación de una jornada que se consumará mañana, sobre desapariciones forzadas, su preocupación postrera.

lunes, 1 de marzo de 2010

Lamentable adiós


Miguel Ángel Granados Chapa
"Escritor universal, de todos los tiempos, de todas las letras, puso las suyas al servicio del hombre, de la paz y de la libertad". De ese modo dijeron adiós a Carlos Montemayor sus compañeros de la Comisión de mediación organizada en abril de 2008 para lograr la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, miembros del Ejército Popular Revolucionario que con ese objetivo buscaron diálogo con el gobierno federal. Montemayor fue el vocero de ese grupo, disperso y reintegrado, al que pertenecen Rosario Ibarra, Samuel Ruiz, Miguel Álvarez, Jorge Fernández Souza, José Enrique González Ruiz, Juan de Dios Hernández Monge, Gilberto López y Rivas y el autor de estas líneas. Su ausencia será sentida pasado mañana en una reunión sobre desaparición forzada que organiza la propia Comisión mediadora.


Lamentable adiós
En las primeras horas de ayer murió el escritor mexicano Carlos Montemayor en el Instituto Nacional de Cancerología, donde permaneció internado a consecuencia de un tumor maligno en el estómago que le fue diagnosticado en octubre pasado. Acorde con su voluntad expresa, sus restos fueron cremados y recibirá un homenaje póstumo en la Academia Mexicana de la Lengua. Nacido en Parral, Chihuahua, el 13 de junio de 1947, Carlos Montemayor relató en diversas entrevistas que desde muy joven sintió inclinación hacia la música, incluso pensó en inscribirse al Conservatorio Nacional, pero su padre logró impedírselo y lo envió a estudiar la preparatoria a la capital de su estado natal.
En su primer año de universidad, ya residiendo en la Ciudad de México, la música finalmente podía ocupar un lugar en la vida del joven Montemayor, pero cuando regresó a Parral decidió desviar sus pasos hacia las letras: "El paisaje de Parral me deslumbró y tuve la necesidad de expresar ese reencuentro con mi pueblo. Desde entonces esta imagen ha estado en toda mi literatura", relataría años después ante periodistas. A los 22 años publicó su primer libro: Las llaves de Urgell, y con él obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia 1971. La música pasó a un segundo plano en su vida, pero siempre mantuvo su afición de melómano a la ópera, así como sus habilidades como tenor. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, dominó el inglés, italiano, francés, griego arcaico, clásico y vulgar, y el latín en todas sus formas, conocimientos que lo facultaron para convertirse en traductor de clásicos como las Odas de Píndaro y Carmina Burana.
A su trayectoria literaria equiparó su activismo social. Fue hasta hace poco el vocero de la comisión de mediación entre el gobierno mexicano y el Ejército Popular Revolucionario (EPR). De sus inquietudes sociales surgieron sus libros más conocidos: Guerra en el paraíso, relato de los hechos violentos que se vivieron en México a principios de los años setenta; Mal de piedra, que se remite a una de las actividades más importantes de su pueblo natal, la minería, tema que volvería a abordar en Minas del retorno. También destaca Tarahumara, considerado por los expertos el compendio más completo acerca de los rarámuris de la sierra de Chihuahua.
Escribió además Abril y otras estaciones -en el que reunió varios libros de poesía-; Arte y plegaria en las lenguas indígenas de México; Arte y trama en el cuento indígena y La fuga, que es la secuela de la novela Las armas del alba (2003), una narración que cuenta la odisea de Ramón Mendoza, exintegrante del grupo guerrillero que en septiembre de 1965 atacó la guarnición militar de Ciudad Madera, Chihuahua, y que es enviado a las Islas Marías. A partir de 1988 renunció a todos sus cargos académicos y laborales para dedicarse exclusivamente a la literatura, la música y sus investigaciones sobre la guerrilla y el periodismo. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Real Academia Española, de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, Carlos Montemayor recibió en diciembre pasado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en la categoría de lingüística y literatura. Sus obras completas también fueron publicadas recientemente por el FCE; pese a su enfermedad, trabajaba en la novela Las mujeres del alba y recientemente fue presentado su libro La violencia del Estado en México.

Especial atención le ha dado La Jornada.
Editorial: Montemayor, imprescindible
La muerte prematura de Carlos Montemayor, acaecida la madrugada de ayer en esta capital, trasciende el ámbito de lo personal: se trata de una grave pérdida para el país en varias de sus dimensiones, y deja una ausencia irremediable en uno de los peores momentos de México.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=002a1edi


Carlos Montemayor deja una vida de creación y compromiso
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a02n1cul

Vivas, aplausos y canto en el homenaje a Carlos Montemayor
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=003n1pol

Opinión:
Luis Hernández Navarro: Carlos Montemayor: cuando el tiempo falta
Eran los primeros días de la sublevación zapatista. En el aire todavía estaba fresco el olor a pólvora. Junto a un amplio grupo de analistas mexicanos, Carlos Montemayor fue invitado a participar en un seminario sobre el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional organizado por un importante think tank en Washington.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=008a1pol

Adolfo Gilly: Adiós a un poeta
En la madrugada de este último día de febrero se fue, dicen, Carlos Montemayor. Hace hoy un mes, el último día de enero, publicó un poema en La Jornada. Hablaba de un su amigo italiano, Tito Maniacco, un poeta de la ciudad de Udine en la región del Friuli, donde cien mil habitantes viven entre la montaña alpina y el mar Adriático.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=009a1pol

Marco Antonio Campos: Despedida sin adiós a Carlos Montemayor
Nos conocimos en 1973 cuando colaborábamos en el suplemento literario de El Heraldo de México. Alguna vez deberían rescatarse esas colaboraciones que redactó Carlos en aquel tiempo. Por ese tiempo se concentraba ante todo en la tradición clásica; en cierta dirección su guía en esto era Rubén Bonifaz Nuño. Borges, Bioy, Pound y Eliot, eran algunos de sus dioses modernos. Al principio la relación fue un gran desencuentro, pese a la mediación de un buen amigo de ambos, el escritor regiomontano Humberto Martínez, quien decía acertadamente que eran más las coincidencias entre nosotros que las diferencias.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=010a1pol

Hugo Gutiérrez Vega: Carlos en la memoria
Si se piensa que Carlos Montemayor nació en 1947, y se estudian los aspectos principales de su vida, de su inteligente y compasiva rebeldía, y de su abundante obra literaria, se encontrará la recia figura de un incansable defensor de los derechos humanos, de los pueblos indígenas, de los humillados y ofendidos, y de quienes enfrentan con valor y convicción la violencia de los poderes estatales, y de los alicuijes matones al servicio de los poderes fácticos. Por todo esto y más, Carlos Montemayor fue un mexicano excepcional. Su vida y su obra enaltecen a la República.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=011a1pol

Pablo Espinosa: Carlos Montemayor, tenor, maestro
El maestro Carlos Montemayor en primera persona: el amor a la música para mí fue anterior al amor a las letras. Antes de los nueve años desperté a la música porque vi en mi natal Parral a un minero, que yo quería mucho, tocar una guitarra, y a mí me sorprendió que de sus manos y de todas sus uñas, duras, negras, quebradas, pudiera brotar la música. Desde entonces me quedó claro que uno puede producir música, y para eso uno no debe someterla, sino ayudarla a que brote”.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a04a1cul

Hermann Bellinghausen: La importancia de llamarse Carlos Montemayor
¿Qué hace completo a un hombre (de letras, en este caso)? ¿Lo que sabe, lo que puede, o lo que decide hacer con lo que sabe y puede? Carlos Montemayor fue, desde joven, un sabio humanista, un traductor impecable de los poetas latinos, él mismo un fino poeta en castellano, y pronto, creador de una pequeña (por su extensión) joya de la literatura mexicana: Las llaves de Urgell.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a06a1cul