jueves, 28 de octubre de 2010


Cuenta la cruenta muerte por decenas. Parece insaciable.

Pero ella que vive el tiempo del mundo se harta a este ritmo.

No está acostumbrada.

Le gusta disfrutar su tarea. Poco a poco.

Como en los tiempos de paz. Así no goza.

Siente que la locura de los asesinos la rebasa.

Ella quiere bailar en el velorio y el entierro.

Ella quiere flores amarillo naranja por ramos y ramos.

Ella quiere alegría en su fiesta.

Ruidos o silencios que mediten su parsimonioso poder.

Ella quiere velas, veladoras y papeles de colores, pan y fruta, cerveza y mezcal y música de viento.

No quiere las balas de quienes se quedaron sin sentimientos.

Ni menos que un espurio desequilibrado, le rompa el equilibrarte pacto ancestral que firmo ella con la vida.

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