jueves, 13 de noviembre de 2008

El nuevo en segob


Defendió al banquero Jorge Lankenau en el caso de Banca Confía y de Abaco Casa de Bolsa… Se convirtió en el abogado de Rogelio Montemayor cuando el entonces director de PEMEX fue involucrado con los dineros del Pemexgate… Asumió el caso legal de Carlos Cabal Peniche y sus asuntos de Banca Unión… Dio la cara por Javier Moreno Valle para defender la concesión del Canal 40 en el cerro del Chiquihuite…
Asesoró y, en algunos casos, asumió la defensa de Raúl Salinas de Gortari…. Es el abogado de Germán Larrea y del Grupo México en su demanda contra el Sindicato Minero, y hoy mantiene a su líder, Napoleón Gómez Urrutia, fuera de México…
Estos son apenas muestras de los espinosos casos que figuran en la historia de controvertidos litigios de Fernando Gómez Mont, el afamado penalista que bien podría ser llamado “El Abogado de los Imposibles”.
Ahora, su misión casi imposible será la de devolverle al gobierno de Felipe Calderón el equilibrio político que terminó de perderse cuando Juan Camilo Mouriño falleciera en el avionazo de Periférico y Lomas, en la ciudad de México.
Fernando Gómez Mont es, desde las 8:00 de la mañana de ayer lunes, el nuevo Secretario de Gobernación. El tercero en los dos años que van del sexenio calderonista. Pero detrás de la rotunda figura de este abogado con especialidad en legislación penal por la Escuela Libre de Derecho se dibuja toda una dinastía política del panismo más tradicional. Y sin duda su padrinazgo político viene de la mano de otra fuerte y controvertida figura albiazul: Diego Fernández de Cevallos.
De hecho, el nombre de Fernando Gómez Mont no se incluía en lista alguna sobre los posibles sucesores de Juan Camilo Mouriño.
Apenas hacía unos meses se había reincorporado al activismo político como consejero nacional del PAN, cuando el chihuahuense Javier Corral renunció a la posición. Pero para nadie es un secreto que su designación como el nuevo inquilino de Bucareli trae el sello de Diego Fernández de Cevallos.
Urgido de retomar el control de la política nacional, cuyos vacíos fueron llenados por los priístas Manlio Fabio Beltrones y por Emilio Gamboa, el Presidente buscaba desde hacía meses a su Fernando Gutiérrez Barrios. Calderón, al igual que en su tiempo lo hizo el presidente Carlos Salinas, necesitaba de un personaje con oficio declinó. Y de nuevo, el propuesto fue Fernando Gómez Mont.
Es cierto que El Jefe Diego no era santo de la devoción de Calderón. Pero lo mismo sucedió en su momento entre Salinas y Gutiérrez Barrios. Eran antagónicos hacia adentro de su partido, pero tenían que hacerle frente a las amenazas que venían de afuera. Confrontar a los enemigos comunes. Y eso los convertía en amigos.
Reporte Indigo

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