lunes, 1 de marzo de 2010

Lamentable adiós


Miguel Ángel Granados Chapa
"Escritor universal, de todos los tiempos, de todas las letras, puso las suyas al servicio del hombre, de la paz y de la libertad". De ese modo dijeron adiós a Carlos Montemayor sus compañeros de la Comisión de mediación organizada en abril de 2008 para lograr la presentación con vida de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, miembros del Ejército Popular Revolucionario que con ese objetivo buscaron diálogo con el gobierno federal. Montemayor fue el vocero de ese grupo, disperso y reintegrado, al que pertenecen Rosario Ibarra, Samuel Ruiz, Miguel Álvarez, Jorge Fernández Souza, José Enrique González Ruiz, Juan de Dios Hernández Monge, Gilberto López y Rivas y el autor de estas líneas. Su ausencia será sentida pasado mañana en una reunión sobre desaparición forzada que organiza la propia Comisión mediadora.


Lamentable adiós
En las primeras horas de ayer murió el escritor mexicano Carlos Montemayor en el Instituto Nacional de Cancerología, donde permaneció internado a consecuencia de un tumor maligno en el estómago que le fue diagnosticado en octubre pasado. Acorde con su voluntad expresa, sus restos fueron cremados y recibirá un homenaje póstumo en la Academia Mexicana de la Lengua. Nacido en Parral, Chihuahua, el 13 de junio de 1947, Carlos Montemayor relató en diversas entrevistas que desde muy joven sintió inclinación hacia la música, incluso pensó en inscribirse al Conservatorio Nacional, pero su padre logró impedírselo y lo envió a estudiar la preparatoria a la capital de su estado natal.
En su primer año de universidad, ya residiendo en la Ciudad de México, la música finalmente podía ocupar un lugar en la vida del joven Montemayor, pero cuando regresó a Parral decidió desviar sus pasos hacia las letras: "El paisaje de Parral me deslumbró y tuve la necesidad de expresar ese reencuentro con mi pueblo. Desde entonces esta imagen ha estado en toda mi literatura", relataría años después ante periodistas. A los 22 años publicó su primer libro: Las llaves de Urgell, y con él obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia 1971. La música pasó a un segundo plano en su vida, pero siempre mantuvo su afición de melómano a la ópera, así como sus habilidades como tenor. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, dominó el inglés, italiano, francés, griego arcaico, clásico y vulgar, y el latín en todas sus formas, conocimientos que lo facultaron para convertirse en traductor de clásicos como las Odas de Píndaro y Carmina Burana.
A su trayectoria literaria equiparó su activismo social. Fue hasta hace poco el vocero de la comisión de mediación entre el gobierno mexicano y el Ejército Popular Revolucionario (EPR). De sus inquietudes sociales surgieron sus libros más conocidos: Guerra en el paraíso, relato de los hechos violentos que se vivieron en México a principios de los años setenta; Mal de piedra, que se remite a una de las actividades más importantes de su pueblo natal, la minería, tema que volvería a abordar en Minas del retorno. También destaca Tarahumara, considerado por los expertos el compendio más completo acerca de los rarámuris de la sierra de Chihuahua.
Escribió además Abril y otras estaciones -en el que reunió varios libros de poesía-; Arte y plegaria en las lenguas indígenas de México; Arte y trama en el cuento indígena y La fuga, que es la secuela de la novela Las armas del alba (2003), una narración que cuenta la odisea de Ramón Mendoza, exintegrante del grupo guerrillero que en septiembre de 1965 atacó la guarnición militar de Ciudad Madera, Chihuahua, y que es enviado a las Islas Marías. A partir de 1988 renunció a todos sus cargos académicos y laborales para dedicarse exclusivamente a la literatura, la música y sus investigaciones sobre la guerrilla y el periodismo. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Real Academia Española, de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas, Carlos Montemayor recibió en diciembre pasado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en la categoría de lingüística y literatura. Sus obras completas también fueron publicadas recientemente por el FCE; pese a su enfermedad, trabajaba en la novela Las mujeres del alba y recientemente fue presentado su libro La violencia del Estado en México.

Especial atención le ha dado La Jornada.
Editorial: Montemayor, imprescindible
La muerte prematura de Carlos Montemayor, acaecida la madrugada de ayer en esta capital, trasciende el ámbito de lo personal: se trata de una grave pérdida para el país en varias de sus dimensiones, y deja una ausencia irremediable en uno de los peores momentos de México.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=002a1edi


Carlos Montemayor deja una vida de creación y compromiso
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a02n1cul

Vivas, aplausos y canto en el homenaje a Carlos Montemayor
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=003n1pol

Opinión:
Luis Hernández Navarro: Carlos Montemayor: cuando el tiempo falta
Eran los primeros días de la sublevación zapatista. En el aire todavía estaba fresco el olor a pólvora. Junto a un amplio grupo de analistas mexicanos, Carlos Montemayor fue invitado a participar en un seminario sobre el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional organizado por un importante think tank en Washington.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=008a1pol

Adolfo Gilly: Adiós a un poeta
En la madrugada de este último día de febrero se fue, dicen, Carlos Montemayor. Hace hoy un mes, el último día de enero, publicó un poema en La Jornada. Hablaba de un su amigo italiano, Tito Maniacco, un poeta de la ciudad de Udine en la región del Friuli, donde cien mil habitantes viven entre la montaña alpina y el mar Adriático.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=009a1pol

Marco Antonio Campos: Despedida sin adiós a Carlos Montemayor
Nos conocimos en 1973 cuando colaborábamos en el suplemento literario de El Heraldo de México. Alguna vez deberían rescatarse esas colaboraciones que redactó Carlos en aquel tiempo. Por ese tiempo se concentraba ante todo en la tradición clásica; en cierta dirección su guía en esto era Rubén Bonifaz Nuño. Borges, Bioy, Pound y Eliot, eran algunos de sus dioses modernos. Al principio la relación fue un gran desencuentro, pese a la mediación de un buen amigo de ambos, el escritor regiomontano Humberto Martínez, quien decía acertadamente que eran más las coincidencias entre nosotros que las diferencias.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=010a1pol

Hugo Gutiérrez Vega: Carlos en la memoria
Si se piensa que Carlos Montemayor nació en 1947, y se estudian los aspectos principales de su vida, de su inteligente y compasiva rebeldía, y de su abundante obra literaria, se encontrará la recia figura de un incansable defensor de los derechos humanos, de los pueblos indígenas, de los humillados y ofendidos, y de quienes enfrentan con valor y convicción la violencia de los poderes estatales, y de los alicuijes matones al servicio de los poderes fácticos. Por todo esto y más, Carlos Montemayor fue un mexicano excepcional. Su vida y su obra enaltecen a la República.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=politica&article=011a1pol

Pablo Espinosa: Carlos Montemayor, tenor, maestro
El maestro Carlos Montemayor en primera persona: el amor a la música para mí fue anterior al amor a las letras. Antes de los nueve años desperté a la música porque vi en mi natal Parral a un minero, que yo quería mucho, tocar una guitarra, y a mí me sorprendió que de sus manos y de todas sus uñas, duras, negras, quebradas, pudiera brotar la música. Desde entonces me quedó claro que uno puede producir música, y para eso uno no debe someterla, sino ayudarla a que brote”.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a04a1cul

Hermann Bellinghausen: La importancia de llamarse Carlos Montemayor
¿Qué hace completo a un hombre (de letras, en este caso)? ¿Lo que sabe, lo que puede, o lo que decide hacer con lo que sabe y puede? Carlos Montemayor fue, desde joven, un sabio humanista, un traductor impecable de los poetas latinos, él mismo un fino poeta en castellano, y pronto, creador de una pequeña (por su extensión) joya de la literatura mexicana: Las llaves de Urgell.
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/01/index.php?section=cultura&article=a06a1cul

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