Por una sola vez en la larga historia de la prensa mexicana, los reporteros no tuvieron que usar el infalible método periodístico de contar el total de piernas y dividirlas por dos para calcular el número de asistentes a un mitin en un lugar público. Ayer simplemente abrieron sus libretas y multiplicaron 38 por 500 para anotar con exactitud que había 19 mil brigadistas del género masculino sentados en igual número de sillas y dispuestos a recibir instrucciones para salir a las calles a luchar por la vía pacífica en contra de la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex).
“Somos el ejército ciudadano constituyente y estamos en alerta máxima”, resumía una cartulina ilustrada con los colores de la bandera nacional en manos de un hombre que iba por toda la plaza exhibiendo su mensaje y predicando la unidad tal como la conciben, repetía, los pueblos indios.
El templete estaba muy cerca de las enormes patas del Monumento a la Revolución que dan hacia la avenida Juárez, la Torre del Caballito y la vetusta casona de Xicoténcatl, donde hoy por la mañana empezará a escribirse una nueva página de la historia nacional. A los pies del presídium, orientada en la misma dirección, había una valla de carteles marcados cada uno con una cifra, de izquierda a derecha, y alineados en sucesión progresiva del uno al 38.
Delante de cada cartel había tres sillas al frente cada una de una hilera de 170 asientos más, correspondientes a las 38 brigadas, a su vez compuestas de 500 integrantes cada una, que se identificaban entre sí y se diferenciaban de los otros por medio de diversos símbolos. ¿Cómo surgió, como quien dice, de la noche a la mañana, esta precisa organización, mientras el PRD se hunde en el pantano de la ineficiencia? “Del teléfono celular del Peje”, explicó a los observadores un testigo que lo vio tejer esta red desde su oficina en la calle de San Luis Potosí.
“Somos el ejército ciudadano constituyente y estamos en alerta máxima”, resumía una cartulina ilustrada con los colores de la bandera nacional en manos de un hombre que iba por toda la plaza exhibiendo su mensaje y predicando la unidad tal como la conciben, repetía, los pueblos indios.
El templete estaba muy cerca de las enormes patas del Monumento a la Revolución que dan hacia la avenida Juárez, la Torre del Caballito y la vetusta casona de Xicoténcatl, donde hoy por la mañana empezará a escribirse una nueva página de la historia nacional. A los pies del presídium, orientada en la misma dirección, había una valla de carteles marcados cada uno con una cifra, de izquierda a derecha, y alineados en sucesión progresiva del uno al 38.
Delante de cada cartel había tres sillas al frente cada una de una hilera de 170 asientos más, correspondientes a las 38 brigadas, a su vez compuestas de 500 integrantes cada una, que se identificaban entre sí y se diferenciaban de los otros por medio de diversos símbolos. ¿Cómo surgió, como quien dice, de la noche a la mañana, esta precisa organización, mientras el PRD se hunde en el pantano de la ineficiencia? “Del teléfono celular del Peje”, explicó a los observadores un testigo que lo vio tejer esta red desde su oficina en la calle de San Luis Potosí.
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