miércoles, 9 de abril de 2008

Más de la propuesta de privatización


Felipe Calderón recitó ayer con enjundia de vendedor de baterías de cocina el tal diagnóstico sobre Pemex que dos de sus subordinados habían hecho un domingo pasado, pero con un anzuelo para ciudadanos deseosos de convertirse en potentados con inversiones de a 100 pesos (Pemex, una especie de Guardadito del usurero Banco Azteca). Si a Lázaro Cárdenas, citado sin pudor al principio de la alocución comercial en cadena nacional, el pueblo le llevó guajolotes para pagar la expropiación, al antihéroe actual le pareció muy inteligente ofrecer a los ciudadanos una especie de salpicadura, en ínfimas gotas, del gran baño de corrupción que significará la privatización nada disfrazada que se anunció ayer: todos podemos ser Mouriño, mediante bonitos bonos ciudadanos, parecería ser la oferta de corrupción democratizada. Bonos/espejitos por oro negro.
Mensaje con cortes evidentes de edición y con una notable repetición de conceptos y destinatarios (las generaciones venideras para allá y para acá), que dijo pocas cosas nuevas –por ejemplo, los bonitos bonos como una oferta, como una novedá– pero en cambio planteó un hipotético abanico de posibilidades de prosperidad colectiva, casi un llamado lopezportillista a prepararnos para administrar la abundancia. ¡Vamos por él!, dijo respecto al famoso tesorito de aguas profundas, y cerró con un deportivo “sí es posible” aplicado a múltiples variantes triunfadoras.

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